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Un club privado de fumadores de marihuana desata las quejas vecinales

Numerosos vecinos que residen en la calle San Agustín de Orihuela han mostrado su indignación por la apertura, en el número 13 de esta vía urbana, de un club privado de fumadores de marihuana.
Los que residen más cerca de dicho establecimiento se quejan de los continuos ruidos de la puerta por el entrar y salir de quienes acceden al local, pero lo que más les ha puesto en guardia es el fuerte olor que sale del interior y que, durante la tarde especialmente, «se respira en toda la calle», como han advertido.
Todo empezó hace mes y medio con la apertura de la Asociación ‘La Vega’, donde antes había un locutorio. Los vecinos del inmueble han asegurado que el dueño del local «no informó a la Comunidad de Propietarios sobre el destino del bajo». Con la duda sobre la actividad, el paso de los días hizo que fueran sospechando de que se trataba de «un fumadero», tal y como como los vecinos lo califican, «porque no paraba de entrar y salir gente y el olor en el exterior era insoportable conforme avanzaban las horas del día».
Dicen también que, durante los primeros días de su apertura, «el volumen de la música era muy alto, aunque luego lo redujeron». Entre sus quejas, destacan las molestias por ruidos, «porque han llegado a cerrar a las dos o a las tres de la madrugada dando portazos y golpes con la persiana y así no hay quien descanse». Otros aseguran que, aunque digan que cierran a las doce de la noche, «hay muchos que se quedan fumando en el interior hasta altas horas de la madrugada y los olores continúan».
Igualmente, explican que los responsables del establecimiento «llegaron a colocar unas varillas de incienso en la puerta para disimular el olor que salía del interior».
«Yo no había olido en mi vida a marihuana», como reconocen varias de las vecinas consultadas por Activa, quienes han asegurado que no pueden abrir las ventanas «porque estos olores entran a toda la casa y es como si los tuviera aquí dentro, fumando».
En el edificio donde se ubica esta asociación residen mayormente personas de avanzada edad, pero también algún matrimonio con hijos pequeños «que ya no saben qué hacer para evitar el olor».
Se preguntan si el humo de la marihuana se puede sacar a la calle. Dudan de que el bajo esté correctamente acondicionado para esa actividad y quieren saber si cumple con la normativa municipal. De hecho, han presentado un escrito en el Ayuntamiento denunciando estas molestias y han sido numerosas las llamadas a la Policía Local y Nacional en las últimas semanas.
Los vecinos demandan una rápida respuesta de los responsables municipales, «pero, como la burocracia es tan lenta, nos vamos a morir esperando una solución».
El panorama que describen estos ciudadanos va más allá de que sean ellos los únicos afectados por esta situación. La calle San Agustín es una vía que se encuentra muy cerca de tres colegios y, a diario y a varias horas de la jornada, es un lugar de paso muy utilizado por alumnos que entran o salen de esos centros escolares .
Los perjudicados siguen relatando que «hay chicos de 12 a 15 años que ya saben que por aquí se fuma marihuana. Se paran cerca o en la puerta, ven a quienes entran y salen y comentan lo que se hace en el interior del local».
Unos pocos vecinos van más allá en su denuncia pública y, con lo que han denominado «trasiego de gente», llegan incluso a sospechar que «hay quien entra a comprar la marihuana y luego la entrega a otros en la calle», algo que sería ilegal, porque la legislación sobre esta materia tan solo contempla el consumo privado, pero no la venta pública.

«Tienen un mes para presentar la documentación»

El concejal de Urbanismo, Antonio Zapata, ha explicado que los responsables del establecimiento presentaron una Declaración Responsable para iniciar la actividad.
Sin embargo, tras advertir la Policía Local algunas deficiencias, se les ha requerido, en el plazo de un mes, que regularicen la situación y presenten una memoria descriptiva de la actividad y una certificación de que cumplen las condiciones técnicas y ambientales, «o se clausurará»
Zapata ha asegurado que «se sigue la tramitación que marca la ley para regularizar esa situación» y afirma que el local no posee licencia de actividad, «porque tendrían que esperar a que se la concedieran para ejercer». El edil insiste en que se han seguido «todos los pasos que marca la ley, y ahora los servicios técnicos y jurídicos valorarán o no otorgar esa licencia».

«Cumplimos todas las normas y tenemos un fin terapéutico»

Los responsables de la Asociación ‘La Vega’ nos atienden amablemente a las puertas del local, porque como indican, «es un club privado solo para socios».
Explican con detalle que su actividad es la de «una asociación de fumadores de marihuana, legalmente constituida y mayormente con fines terapéuticos». Continúan indicando que no existe ánimo de lucro y que actualmente la forman unas 400 personas y que estan al límite, «por lo que no podemos admitir a más socios».
Cada uno de los miembros abona al año una cuota de 20 euros, además de pagar la cantidad de marihuana que consumen «y que está limitada a 2 gramos por día, con un límite de 60 gramos al mes, todo controlado a través de un sistema informático», aseguran.
Los socios han sido aceptados «solo si venían con otro socio, eran mayores de edad y demostraban haber sido un fumador previo de marihuana, con lo que nosotros no incitamos al consumo, porque es gente que ya lo hace en espacios cerrados como marca la ley».
A este club privado de fumadores de cannabis pertenecen desde estudiantes hasta profesionales de todo tipo, como abogados e incluso médicos, tal como manifiestan sus encargados. Recalcan la finalidad terapéutica al atender a enfermos de esclerosis múltiple, psoriasis y a personas que padecen cáncer «que vienen con recomendación médica y que por no tomar fármacos, fuman de forma natural». En el local también se dispensan diversos tipos de aceites «para tratar algunas inflamaciones», según cuentan.
El gerente de ‘La Vega’ señala igualmente que no dispensan bebidas alcohólicas y que todos sus productos son naturales y adquiridos directamente a quienes los cultivan, «controlado incluso por un perito agrícola desde su origen».
Defienden su actividad asegurando que el club cuenta con todos los permisos municipales, y con respecto a las molestias denunciadas por los vecinos argumentan que se han subsanado y que han invertido más de 3.000 euros en el sistema de extracción y filtros para reducir la salida de humos a la calle. «No queremos que los vecinos se quejen e intentamos solucionar cualquier problema, pero no podemos evitar que a algunos no les guste este tipo de centros».
Por último, indican que su horario de cierre es a las doce de la noche «para no molestar».

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