OpiniónOrihuela

La chapuza de Aguamarina

Una chapuza. Como recoge la sentencia 523/16 del Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Elche, el decreto firmado por Antonio Zapata siendo concejal delegado de Urbanismo, Planeamiento y Patrimonio, el 10 de marzo de 2015, por el que se dictaba la demolición del vallado perimetral del lindero este del complejo residencial Bellavista es un acto nulo de pleno derecho y carente, pues, de toda fundamentación legal. 

Hoy son muchos los vecinos de Orihuela Costa -especialmente los residentes en la zona- los que, como es normal, deben lamentarse del cierre del paso entre Aguamarina y Cabo Roig. Quienes durante más de seis años han podido disfrutar de unas vistas privilegiadas y de unas óptimas conexiones en primera línea del litoral y desde hoy se ven privados de “ese lujo” tienen todo el derecho a la pataleta, a la queja y al reproche, pues ha habido tiempo más que suficiente para llevar a cabo la expropiación por utilidad pública de ese tramo, único cauce legal para solucionar este problema. Urge, pues llega muy tarde, definir el valor de los terrenos y aprobar de una vez el proyecto que supondrá esa declaración de utilidad pública y la necesidad de ocupación que desembocará en la definitiva expropiación de este tramo de paseo. Compartimos con ellos sus reivindicaciones y el enfado por tener de nuevo una barrera arquitectónica que impide pasear por un lugar así: no es, sin duda, obligación de los ciudadanos conocer los mecanismos administrativos ni entender por qué ocurren las cosas; pero sí es, por el contrario, obligación de los representantes públicos hacer pedagogía, explicar las decisiones y los hechos conforme a la verdad, usando argumentos técnicos y jurídicos, fijando hitos, con explicaciones de fácil consumo que den luz a las decisiones que se toman. Ya saben: qué, cómo, por qué, quién… De ahí estas líneas.

El colmo de despropósitos que supuso el decretazo del socialista –o exsocialista, ya no sé cómo está el tema- en la primavera de 2015 resta protagonismo a datos imprescindibles como que la construcción del conjunto residencial Bellavista data de 1985, es decir, es cinco años anterior a la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana de Orihuela, o que este documento que rige el urbanismo local alude a un paseo marítimo a una altura intermedia entre el mar y el polémico vial peatonal que nos ocupa. Por lo tanto, hoy, simplemente, se ha hecho justicia –que no es poco-. Hoy, por mucho que nos pese, se ha cerrado al público lo que nunca fue dominio público y se ha devuelto a la comunidad de propietarios Bellavista I lo que un juez dijo que es de ellos y que siempre lo fue. 

Tiempo atrás pedía Zapata las dimisiones de otros a propósito de este asunto, pero a estas horas guarda silencio. Su alcaldía fue accidental; su gestión del paso de Aguamarina, una chapuza.

Por José Aix -Concejal de Urbanismo y Planeamiento y Vicealcade de Orihuela

No Comment

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Previous post

Sanidad notifica un brote de Covid con 12 positivos en aulas de Rojales

Next post

Tres alumnos oriolanos ganan las Olimpiadas de Matemáticas, Física y Química

activaor