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Intensifican los controles para prevenir las intoxicaciones alimentarias durante el verano

Los establecimientos donde se sirven alimentos, desde bares y restaurantes, hasta chiringuitos en la playa e incluso puestos de venta ambulante en mercadillos y ferias, están sometidos a inspecciones sanitarias por parte de las administraciones competentes.

El departamento de Salud Pública en la Vega Baja, a través del área de Seguridad Alimentaria, es el competente para desarrollar durante todo el año un programa de inspección y control de las condiciones sanitarias en estos locales con el fin de asegurar que se cumple con una exigente normativa de calidad y seguridad alimentaria.

En el país con más bares y restaurantes del mundo -uno por cada 175 personas-, es normal que no todos los establecimientos cumplan con las directrices vigentes, pero es en verano cuando la situación se ve agravada por las altas temperaturas, que afectan a la conservación de los alimentos debido a que el calor favorece el crecimiento de microorganismos como bacterias y gérmenes y puede dar lugar a las toxinfecciones o enfermedades de transmisión alimentaria, como explica el director de Salud Pública en la Vega Baja, José G. Cano.

El departamento de Seguridad Alimentaria tiene censados, con la colaboración de los ayuntamientos, todos aquellos lugares donde se sirve comida y durante el pasado 2018, los inspectores realizaron cerca de 7.500 visitas regladas, que son efectuadas periódicamente y de oficio sin necesidad de que medie denuncia previa. Del total de visitas, aproximadamente un 6%, unas 450, acabaron con un acta de propuesta de sanción, que puede superar los 5.000 euros y suponer incluso el cierre del local en función de la gravedad de la irregularidad detectada, según José Antonio García, coordinador veterinario. «No es un porcentaje más elevado que otras comarcas de la Comunidad Valenciana», como detalla el doctor Cano, quien asegura que en la Vega Baja, «se cumple bastante bien la normativa y las deficiencias se subsanan».

Las inspecciones incluyen revisar desde la calidad del agua, las materias primas, la limpieza y desinfección o el control de plagas, hasta la cualificación del personal y las deficiencias suelen estar relacionadas con hábitos incorrectos en la manipulación de alimentos, en la conservación o el transporte de los mismos y en la limpieza y desinfección de las instalaciones.

Las temidas toxinfecciones
El director de Salud Pública mantiene que en la Vega Baja no es significativa la cifra de enfermedades de transmisión alimentaria y recuerda como uno de los episodios más graves el ocurrido en una residencia de Guardamar del Segura en diciembre de 2016, cuando fallecieron dos mujeres, de 75 y 85 años, por un brote de gastroenteritis que también afectó a una veintena de ancianos. Otro de los casos que destaca se produjo durante el verano de 2017 con una veintena de personas afectadas. José G. Cano señala que se considera toxinfección «cuando se ven aquejadas más de cuatro personas», algo que puede suceder no solo en un local de comidas, sino en nuestro propio hogar por la falta de cuidado en la conservación y manipulación de alimentos.

Los que más frecuentemente se ven implicados en estas infecciones son huevos, pescados, mariscos, vegetales y pollo. La forma de intentar evitar una toxinfección pasa por lavar frutas y verduras, mantener refrigeradas las salsas y evitarlas si se tiene la más mínima sospecha de su correcto estado de conservación.

Las infecciones más comunes son la salmonella, el botulismo, la listeriosis o las bacterias E-coli, que pueden llegar a producir trastornos gastrointestinales como dolor abdominal, diarreas, náuseas y vómitos, a veces acompañados de fiebre. Bebés y niños acaparan la mayoría de las intoxicaciones y ante un cuadro de estas características se recomienda acudir lo antes posible a un centro sanitario.

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