Orihuela vivió, por fin, la fiesta que tanto esperaba después de duros golpes como los sufridos en las dos anteriores promociones de ascenso disputadas, en las que quedó fuera en el último partido. Esta vez, bajo la dirección de Miguel Ángel Villafaina, no ha fallado y ha firmado, con el ascenso a Segunda División B, la mejor temporada del conjunto amarillo de su historia en Tercera División.
Pocas veces se ha visto a un Orihuela tan superior a sus rivales (ganó la liga con 16 puntos de ventaja sobre el segundo, no pierde desde el 15 de diciembre del pasado año 2018 y ha superado con victoria los dos partidos de la eliminatoria de promoción de ascenso). Y pocas veces se ha visto el estadio de Los Arcos tan repleto de público como en este histórico domingo 2 de junio. Orihuela fue una fiesta.
Desde que el Orihuela venció en el partido de ida de la eliminatoria de play off de ascenso en la localidad zaragozana de Tarazona por 0-1, en la capital de la Vega Baja se comenzó a respirar el ambiente del ascenso. La ilusión que generó la posibilidad de alcanzar de nuevo la categoría de bronce del fútbol español, desató una euforia contenida y una expectación pocas veces recordada, que llevó a que, de forma anticipada, se vendieran todas las entradas para el partido y el club tuviera que colgar el cartel de ‘no hay billetes’ días antes del decisivo encuentro de vuelta en Los Arcos.
El público disfrutó de un choque que acabó con 2-1 a favor de los oriolanos (el resultado final del cómputo global de la eliminatoria fue de 3-1). Cuando el árbitro señaló el final, se produjo una invasión del terreno de juego por parte de los aficionados que festejaron el éxito con sus jugadores y el cuerpo técnico.
Después, la afición oriolana se dirigió a los seguidores del Tarazona para aplaudirles y animarles de cara a la segunda oportunidad que tendrán de ascenso, en un gesto de deportividad nunca visto antes.
La fiesta se trasladó a los vestuarios donde los futbolistas ducharon al entrenador, y los aficionados prosiguieron los festejos en la Glorieta.
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