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El estanco de la calle San Agustín celebra sus cien años de servicio en Orihuela

Hace pocos días que el estanco de la calle San Agustín de Orihuela cumplió un siglo de vida. El 17 de diciembre de 1919, Bernabé Abellán fue autorizado como expendedor de tabaco y timbres.

En aquellos años, en los que el liado del tabaco se realizaba en el propio local, los hijos de Bernabé comenzaron a echar una mano en el negocio familiar. La hija mayor, Lola (a la izquierda en la foto), sería la primera en colaborar. Más tarde, allá por los años 40, dejaría paso a su hermana Carmencita (a la derecha), que desde muy pequeña se implicaría de manera más activa, dedicando con el paso de los años su vida en cuerpo y alma al estanco de su padre.

Más tarde, con las dificultades por la pobreza generalizada de la postguerra y ya siendo ella la que regentaba el estanco, Carmencita luchaba cada día por agradar a todo aquel que pasaba por allí ofreciendo siempre multitud de artículos y servicios. Además, su habilidad y destreza con los papeles y documentos la ayudó a ampliar su oferta y era tan habitual ver pasar por el estanco a clientes comprando su paquete de tabaco, sus maquinillas de afeitar, cintas de cassette o echando su carbonizada quiniela de fútbol como tramitando su fe de vida o sus licencias de caza y pesca así como los permisos de armas, cumplimentados y gestionados personalmente por Carmencita en el cuartel de la Guardia Civil del barrio de San Isidro, al que subía andando las veces que fuera necesario.

En una época en la que los medios tecnológicos y logísticos distaban mucho de los actuales, en el estanco ya se podían conseguir sellos de colección, papel de pagos al Estado, letras de cambio, certificados médicos o de antecedentes penales, últimas voluntades… y, años más tarde, sobres para becas y declaraciones de renta. Todo esto hizo que el estanco se convirtiera en lugar de referencia y a menudo se podía escuchar aquello de… «si no lo encuentras en ningún sitio vete al estanco de la calle San Agustín, que seguro que allí lo tienen». Y así era.

Nueva generación
El paso del tiempo y, sobre todo, la llegada del euro, hicieron que Carmencita tuviese que dejar paso a la siguiente generación. Actualmente, Mercedes Soto, bisnieta del fundador, es quien regenta un negocio en el que la venta de tabaco, ya en sus diferentes formas y técnicas, se alterna a diario con Lotería Nacional, apuestas hípicas y otros juegos de azar, recargas telefónicas o artículos de regalo y hacen que este estanco, ya centenario, sea visitado semanalmente por un gran número de clientes.

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