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Dirigido al muy honorable presidente Ximo Puig

Estimado señor, no dudo que siente profundamente su responsabilidad como una obligación hacia todos los valencianos, incluso hacia quienes no compartimos completamente sus ideas o proyectos y que ansía que sus políticas sean integradoras y benéficas para la mayoría. No dudo tampoco de su bonhomía y por ello solicito su ayuda para acabar con la inadecuada Ley 4/2018 de plurilingüismo que su gobierno impone contra toda racionalidad y que además de innecesaria es dañina para la convivencia.

Para centrar el problema y no hablar con eslóganes, dejar claro que no se trata de español contra valenciano, ni de rechazo al mismo. La gran mayoría de los más de 20.000 valencianos que nos manifestamos en Orihuela hemos hecho que nuestros hijos estudien la lengua de Joanot Martorell, bastantes tenían títulos que acreditan su aprendizaje y no pocos la tienen como lengua materna; porque aquí viene gente a vivir de todos lados y, automáticamente, son nuestros vecinos, no les pedimos pedigrí de castellano viejo , ni medidas craneales determinadas, ni adhesión a nuestro folklore, ni revisamos sus apellidos, ni nos dirigimos a ellos en un atosigante español. Normalmente, con éxito variable, intentamos entablar relación adecuándonos a su registro si el nuestro se les hace imposible; así improvisamos en inglés o francés para comunicarnos y contestamos en valenciano, si lo sabemos, a los compañeros de trabajo que lo hablan, sencillamente sin imposiciones ni malas caras.

Me opongo, como muchos, porque esta ley se basa en un modelo educativo -plurilingüismo- que no es adecuado para el grueso de los escolares. Enseñar asignaturas troncales en una lengua ajena genera distorsiones tanto al docente como al alumno, al final no se aprende mucho del idioma en cuestión y poco de la asignatura. Es particularmente dañino para los niños con problemas de aprendizaje o conducta, más comunes de lo que puede usted imaginar, tales como dislexia, TDH, trastornos del espectro autista, discapacidad intelectual, disgrafía, dificultades auditivas, etc. Esta ley les penaliza ferozmente, como a los inmigrantes, y si sus recursos económicos – culturales son reducidos los aboca a la exclusión.

Su gobierno habla continuamente de políticas inclusivas pero pretende dejar en la cuneta a muchos o limitarles su promoción vital solo por seguir los dictados de una ideología que debiera serle particularmente repulsiva y que hoy comparte gobierno con usted. Me refiero al nacionalismo, porque esta es una ley política, no pedagógica. Hitler, Musolini, Franco, Radovan Karadzic, Victor Orban, Le Pen, LLuis Companys, Sabino Arana, son notables nacionalistas, de intensidad variable, pero siempre autoritaria y violenta. Le voy a poner otro ejemplo de la misma especie y espero su reacción, que estoy seguro no se ha producido porque no ha tenido noticia. El músico Josep Nadal, natural de Pego, es diputado en las Cortes Valencianas por la coalición Compromís y se ha dirigido públicamente, por escrito, luego supongo que tras sesuda reflexión, a las personas que apoyamos la campaña QUEREMOS APRENDER EN LA LENGUA DE MIGUEL, como fascistas que primero apresamos, matamos y silenciamos a Miguel Hernández y ahora pervertimos su imagen para imponer nuestras tesis fascistas. Ve, señor presidente, este tipo de pensamiento, que apela a la diversidad, lo hace solamente para imponer sus ideas excluyentes. ¿De verdad comparte usted que los valencianos que rechazamos la ley de plurilingüismo somos personas que nos complacemos con la suerte que sufrió el poeta? No digo nuestro poeta, porque lo es del mundo entero, aunque a nosotros se nos niega toda legitimidad para citarlo.  ¿Usted no querrá ser el presidente de la ruptura social, verdad? Pues apueste por la libertad y la diversidad, no por la imposición.

Miguel Ángel Robles

 

 

 

 

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