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‘Nuevos vientos del pueblo en el IES Tháder’

Durante cerca de veinte años el IES Tháder de Orihuela viene sufriendo una acuciante falta de espacio, que priva a sus alumnos y profesores de aulas dignas, de talleres, de biblioteca de Centro, de salas de reunión para tutorías…

Los vetustos barracones ya no solucionan estas carencias, y por el contrario se han convertido en malsanos habitáculos donde el frío, la humedad, las lluvias  y el moho amenazan la salud de los estudiantes y nos cubren de vergüenza a todos.

Durante este tiempo se ha ignorado esta problemática, o no se le ha sabido dar respuesta a la misma, tanto por parte de las Consellería de Educación, como del Ayuntamiento de Orihuela y sus equipos de gobierno (de distinto signo político).

En el último episodio vivido en esta lucha vimos cómo el 30 de noviembre, en el pleno del Ayuntamiento, se retrasaba hasta el 12 de diciembre la decisión para anexionarse al Plan Edificant, mientras las borrascas amenazan una vez más a nuestros alumnos.

Este jueves 14 de diciembre, a las 18,30 horas, la Comisión para la Ampliación del IES Tháder se entrevistará con el alcalde, Emilio Bascuñana, para exponerle sus necesidades y demandar que se actúe cuanto antes, pues la situación de nuestro Centro es insostenible.

En dicha entrevista tenemos depositadas nuestras esperanzas, pues verdaderamente ya no sabemos qué puertas tocar, ni con qué palabras expresar nuestras demandas, por lo que para cerrar este artículo nos valdremos de las palabras de nuestro poeta más ilustre, Miguel Hernández, versionadas y ampliadas (aunque sólo sea por hacer más poética la espera).

VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN.

“Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me avientan la garganta.”
Se ha alzado un grito
en el IES Tháder de Orihuela,
¡basta de barracones!,
esto es una vergüenza.

“Los bueyes doblan la frente,
imponentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.”

Callados, obedientes y cabizbajos
nos contemplan veinte años
de flagelos y aflicciones.

Pero llegó el tiempo de reparar daños;
Atrás quedaron los calientes paños
y ahora un grito se alza:

¡BASTA YA!

“¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?”

¿Quién relegó a la ignominia
a los estudiantes de esta casa?
¿Quién desea subyugar  el ingenio,
el arte, la inteligencia y  la casta?;
¿quién quiere callar sus voces
desterrándolas a la nada?

“Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba”.

Se acabó el tiempo del silencio,
se terminó el tiempo de la calma.

¡BASTA YA!

“Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor a cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos el cielo
ni se enturbia ni se acaba.”

Durante veinte años hemos pedido
sin atrevernos a levantar la mirada:
gritemos todos juntos,
que nuestras voces serán espadas
que cargadas de justicia
no podrán ser ignoradas.

“La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda”.

Porque de poco nos ha valido
nuestra mansedumbre vana,
seamos en estos días rebeldes,
que con razón y justicia
toda partida se gana.

“Si me muero que me muera…
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas”.

Exijamos nuestros derechos
cueste lo que cueste…
Levantando nuestra voz seremos escuchados,
incluso por quienes sus puertas cierran;
nuestras verdes esperanzas renacen
junto a estas palabras:
“un rayo que ya no cesa”.

¡BASTA YA!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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